{José Hernandez: Martin Fierro - Cap. XII}


347

Yo no sé qué tantos meses

esta vida me duró;

a veces nos obligó

la miseria a comer potro:

me había acompañao con otros

tan desgraciaos como yo



348

Mas ¿para qué platicar

sobre esos males, canejos?

Nace el gaucho y se hace viejo,

sin que mejore su suerte,

hasta que por ahi la muerte

sale a cobrarle el pellejo.



349

Pero como no hay desgracia

que no acabe alguna vez,

me aconteció que después

de sufrir tanto rigor,

un amigo, por favor,

me compuso con el juez.



350

Le alvertiré que en mi pago

ya no va quedando un criollo:

se los ha tragao el hoyo,

o juido o muerto en la guerra;

porque, amigo, en esta tierra

nunca se acaba el embrollo.



351

Colijo que jué por eso

que me llamó el juez un día,

y me dijo que quería

hacerme a su lao venir,

y que dentrase a servir

de soldao de polecía.



352

Y me largó una proclama

tratándome de valiente;

que yo era un hombre decente,

y que dende aquel momento

me nombraba de sargento

pa que mandara la gente.



353

Ansí estuve en la partida,

pero ¿qué había de mandar?

Anoche al irlo a tomar

vide güena coyontura,

y a mí no me gusta andar

con la lata a la cintura.



354

Ya conoce, pues, quién soy;

tenga confianza conmigo:

Cruz le dio mano de amigo,

y no lo ha de abandonar;

juntos podemos buscar

pa los dos un mesmo abrigo.



355

Andaremos de matreros

si es preciso pa salvar;

nunca nos ha de faltar

ni un güen pingo pa juir,

ni un pajal ande dormir,

ni un matambre que ensartar.



356

Y cuando sin trapo alguno

nos haiga el tiempo dejao,

yo le pediré emprestao

el cuero a cualquiera lobo,

y hago un poncho, si lo sobo,

mejor que poncho engomao.



357

Para mí la cola es pecho

y el espinazo es cadera

hago mi nido ande quiera

y de lo que encuentro como;

me echo tierra sobre el lomo

y me apeo en cualquier tranquera.



358

Y dejo rodar la bola,

que algún día se ha de parar-

tiene el gaucho que aguantar

hasta que lo trague el hoyo,

o hasta que venga algún criollo

en esta tierra a mandar.



362

Todos se güelven proyetos

de colonias y carriles,

y tirar la plata a miles

en los gringos enganchaos,

mientras al pobre soldao

le pelan la cucha- ¡ah, viles!



363

Pero si siguen las cosas

como van hasta el presente,

puede ser que redepente

veamos el campo disierto,

y blanquiando solamente

los güesos de los que han muerto.



359

Lo miran al pobre gaucho

como carne de cogote:

lo tratan al estricote

y si ansí las cosas andan,

porque quieren los que mandan,

aguantemos los azotes.



360

¡Pucha! Si usté los oyera,

como yo en una ocasión

tuita la conversación

que con otro tuvo el juez;

le asiguro que esa vez

se me achicó el corazón.



361

Hablaban de hacerse ricos

con campos en la fronteras,

de sacarla más ajuera,

donde había campos baldidos

y llevar de los partidos

gente que la defendiera.



364

Hace mucho que sufrimos

la suerte reculativa

trabaja el gaucho y no arriba

porque a lo mejor del caso,

lo levantan de un sogazo

sin dejarle ni saliva.



365

De los males que sufrimos

hablan mucho los puebleros,

pero hacen como los teros

para esconder sus niditos:

en un lao pegan los gritos

y en otro tienen los güevos.



366

Y se hacen los que no aciertan

a dar con la coyontura:

mientras al gaucho lo apura

con rigor la autoridá,

ellos a la enfermedá

le están errando la cura.

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