{He soñado con una buhardilla en Paris}

He soñado con una buhardilla en Paris. En una calle tan estrecha que con solo un salto uno podía pasar a la ventana vecina. Pintada con un color crema-oscuro, que hacia recordar un café con leche (¿se ven los colores en los sueños?), con cuadros de pintores franceses e italianos que nunca se hicieron conocidos, pero que plasmaron lo mejor de ellos en esas figuras excéntricas, difuminadas en esos cuadros de mujeres con rubor en los labios, tan hermosas como las matronas francesas que llegaron a Macondo ese día lejano que ya es solo olvido. Una gran ventana en el centro, con rejas de madera que sostienen a la vez los vidrios y un sofá tamaño personal, un escritorio de madera que tenia encima una máquina de escribir, una lámpara y útiles de escritorio - casi olvido el vaso de café con leche (o de whisky)-. El cielo purpura de la noche pétrea que perdura allí por más de doce horas, con estrellas quee tiritan en el cielo, otras caen y pido un deseo; no lo recuerdo, pero debió ser: alguna vez vivir allí, ocupar esa silla y escribir con esa máquina (a lo antiguo y mejor) poemas a las mujeres que nunca logré amar, o las novelas que ahora me agobian y que creo nunca podré terminar si no estoy allí mismo sentado, sin nada que hacer más que escribir, nada más.

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